Eddie Martínez

Eddie Martínez es uno de estos artistas raros, para los que hay que preparar la vista, afinar los sentidos y entonces disponerse a disfrutarlo. Nació en San Francisco del Mar, un pueblo arenoso que está a hora y media de Juchitán. En su niñez dibujaba en la arena y cuando conoció el óleo con arena transportó ese recuerdo a la técnica. Hasta que ingresó a la escuela primaria dibujó con un lápiz y sobre un cuaderno.

Creo que la singularidad de Eddie Martínez proviene de sus raíces huaves, pobladores de la zona sur, más allá del Istmo de Tehuantepec, donde varias culturas conviven e interactúan, distinguiéndose con claridad del folclor zapoteco, tan conocido, pluralidad cultural que a la vez le ha mostrado el mejor camino para nutrir su paleta, rica en colores y texturas.

Su personalidad reservada, silenciosa, le permite observar la realidad, sus realidades y absorber cada minúsculo detalle para, entonces, exigirse a sí mismo una calidad en sus trazos que solamente se logra con una paciencia infinita, amén de una dosis de autocrítica que no he visto en artista local alguno en los últimos años.

Para Eddie terminar un cuadro implica haber logrado superar el reto impuesto, luego de haber plasmado la primera línea. Nunca se verá que lleve una obra suya al mercado que no cumpla con la máxima exigencia. Si la calidad y el resultado no reúnen las características que él desea entregar como su mayor aporte creativo, entonces el destino de esta será quedarse inconclusa o le servirá de material para un reto nuevo.

Entender la obra de Eddie Martínez no es un acto al cual se acceda de manera inmediata, se requiere tiempo, nos exige mirar bien y entonces captar formas, los mensajes, esa perfección que siempre se esfuerza en convidarnos, en entregarnos.